La naturaleza es el activo más conocido de Costa Rica, pero su modelo de productividad sostenible la ha transformado en un destino apetecido para la inversión extranjera directa.

Costa Rica ha aprovechado este modelo para convertirse en un imán para empresas que además aprovechan el talento humano de clase mundial, la convergencia tecnológica, la colaboración multisectorial y la innovación para generar beneficios de alto impacto a las empresas.